jueves, enero 12, 2006

Cepillin


Desde muy pequeño fuí un rebelde.
Me acuerdo que Cepillín era mi modelo a seguir y creía en todo lo que me decía. El caballerito grababa discos y vendían de entrada 1 millón de copias (reto a cualquiera aquí en México a igualar esa suma hoy en día). Derrepente, alguien decidió que el payaso ya había tenido mucho éxito y que sería mejor tranquilizarlo, para así poder tomar esa parte del mercado de música, y Cepillín, “puff” sólo desapareció.
Indignado e imposibilitado de hacer algo, me tiré a la tristeza.
Esta persona ya tenía hecho un plan: Desaparece el payaso, nos esperamos unos meses, lanzamos unos grupos infantiles ya definidos y hacemos un concurso para encontrar otros grupos.
Como mi padre me vió tan triste, me compró dos cosas que pensó me iban a alegrar: un disco de los Hermanos Rincón y el disco de “Juguemos a cantar” y tal cual me los entregó, se los aventé a la cara (lo siento papa, no lo vuelvo a hacer).
No podía creer que todo se estuviera volteando en mi contra, por lo que decidí emprender la búsqueda por mi cuenta, para llenar el vacío que Cepillín dejo en mi alma.
Comenzé por escuchar los discos de mis hermanos mayores y encontre cosas maravillosas que hasta hoy en día me acompañan. También encontré cosas infames que mejor sería olvidar, aunque la radio no me ha dejado.
Esa búsqueda definió mis gustos musicales, dejando casi de lado el mainstream que lo definen las grandes compañías y las payolas, por opciones mucho más enriquecedoras.